domingo, 2 de mayo de 2010

Mi familia es importante en verdad IV

Aquí va algo más: cada momento ¨maravilloso¨ que usted se perdió de la vida de sus hijos, y que no quedó plasmado en su retina ni en su corazón; debido a que estaba demasiado ocupado en otras cosas; o con otras personas, se lo garantizo... no tiene oportunidad de revivirlo. Sencillamente ¨ya pasó¨... voló y se fué!!
Si ud les pregunta, ellos dirán que ¨lo entienden¨; pero al final, el que perdió fue usted. Ese es uno de los problemas de este asunto... EL TIEMPO y la vida no tienen retorno. El transitar en la vida de nuestra familia, no viene en formato de dvd ni de película.
Por eso, es necesario DETENERSE lo suficiente para encontrar de nuevo la ruta, empezar a caminar por ella y tratar de rescatar todo lo valioso que aún está por delante.

Todos estamos muy ocupados! La realidad es que todos tenemos muchísimas más cosas por hacer, que las que vamos a poder hacer jamás. Pero para nosotros, debería ser una prioridad el procurar que nuestra familia sepa y conozca que son importantes en verdad. Que son más importantes que ninguna otra personas o cosa en el mundo!

Es posible que en algún momento a lo largo de nuestro transitar al lado de nuestra
familia, en que hayamos determinado el hacer algo en relación a poner nuestras prioridades en su orden correcto. Pero por alguna razón siempre habrá algo o alguien, alimentando nuestro ego y alejándonos de nuestros buenos propósitos. Talves el hecho es que hayamos podido hacer ¨algo¨ al respecto, pero a lo mejor no ¨lo suficiente¨. Muchos deciden hacer algo hasta que la crisis los desborda y los rebasa. Por ello es tan importante esta etapa de ¨evaluación¨ y detenerse a examinar bien el asunto. Y hacerlo sin caer en la trampa de la ¨victimización y la autojustificación¨, porque esto no nos llevará a ningún lado al final de cuentas. Es importante ver, una a una, las formas que usted ha contribuído a crear el problema... y no solo eso, también comenzar a enfrentar sus propios temores y miedos.
¿Miedo a qué? Pues a lo que más tememos en nuestras relaciones familiares: EL RECHAZO.

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