lunes, 26 de abril de 2010

Mi familia es importante en verdad!

El CAMBIO que cada uno de nosotros debemos realizar en cualquier área de nuestra vida; es imprescindible que de verdad se lleve a cabo. Las buenas intenciones nunca han logrado nada. Si yo atropello a alguien con mi carro, aunque mi intención era dar un giro para no pegarle; de todos modos necesita ir al hospital...
Sus huesos no van a sanar de repente por causa de que mis buenas intenciones para no pegarle. Seguirá tan herido como antes. ASI PASA TAMBIEN EN EL MUNDO DE LAS RELACIONES FAMILIARES.
Para la mayoría, lo que atropella a su familia es LA AUSENCIA y LA FALTA DE TIEMPO.
En el mundo de las relaciones con otros seres humanos, especialmente con la familia; vivimos con la ILUSION de que nuestras buenas intenciones, sanan de alguna manera las heridas que hemos creado con NUESTRA AUSENCIA o con el desorden en NUESTRAS PRIORIDADES...
El problema verdadero no está en nuestras BUENAS INTENCIONES. Nuestra familia sabe de antemano acerca de ellas. Tampoco está en el CORAZON... porque no es esto lo que nos mantiene alejados de nuestra familia...
El problema está en NUESTRO HORARIO y nuestra agenda.
En el ambito del servicio en la iglesia, muchos piensan esto: ¨Dios tu comprendes mi amor por mi familia... yo me ocuparé de tus negocios, ocúpate tu de los míos¨. Esperan que El Padre haga el trabajo que les corresponde; mientras trabajan en algo que consideran esencial. Le estamos pidiendo así que Dios llene UN VACIO que solo nosotros podemos llenar en el hogar...
Fíjese en esto: Estamos dando por sentado que Dios NO puede llenar el vacío que dejamos en el trabajo o en la iglesia; pero que SI puede llenar el que dejamos en el hogar... mientras andamos por allí apresurados en hacer algo que podrían hacer mil personas más.
Es como hacer esta oración: ¨Padre amado, te ruego que hagas LO QUE SOLO YO PUEDO HACER (en mi familia), en tanto me esfuerzo por tí (tu sabes, a causa de tu llamado); EN HACER LO QUE MUCHOS OTROS podrían hacer tan bien como yo, o quizá mejor¨
Qué espiritual suena... verdad?!!
No podemos pensar y esperar que Dios ocupe NUESTRO lugar y que de paso proteja a nuestra familia de los efectos residuales de nuestra desorganización. No creo que exista alguien que pueda decir, que siendo niño; Dios llenaba el vacío que producía el que papá nunca estuviera, por estar todo el tiempo en el trabajo o en la iglesia...
tampoco creo que exista una madre que diga que su esposo descuidó a su familia en función de su exito profesional, en el trabajo o la iglesia; y que Dios llenó el vacío y todo salió bien. Que todo fue parte del arreglo, de que era para forjar un buen futuro; sin que hubiera heridos de guerra en el proceso en el propio hogar.
El riesgo de continuar haciéndolo, sin que el daño sea permanente es demasiado grande como para correrlo...
La mayoría de nosotros tomamos lo que le pertenece al hogar... nuestra presencia y nuestro tiempo para ellos; y salimos a ofrecerlo a extraños en el trabajo o en la iglesia. En casa, todos sonríen... aunque por dentro mueren. Todos lo aceptan, aunque en realidad no funcione.
¿Saben cuál es realmente el gran peligro de la AUSENCIA?
Que la familia se llega a acostumbrar a eso; luego en realidad, ya no es importante el que estés o no... y los efectos a largo plazo son inevitables; en tí y en ellos.
No basta con que la familia sepa que SON prioridad... ellos necesitan SENTIR que son nuestra prioridad. Por mucho; no es tanto amor lo que ellos necesitan. Es más un asunto de sentirse aceptados... importantes... necesarios y únicos en cuanto a nuestra agenda. Muchos aman a su familia en su corazón, pero no en su calendario!
Hay que reconocer que la familia SI puede ver el calendario y la agenda, pero no pueden ver el corazón. Así que no basta con que uno diga lo mucho que se ama a la familia; debería uno definir en qué lugar de la lista de prioridades encajan ellos.
Cuando nuestra familia SIENTE y crece con la seguridad de que ellos son la gran prioridad de nuestra vida... lo harán con un grado de TRANQUILIDAD que no se puede conseguir de otra manera, con nada a cambio. Ellos necesitan saber que, en cuanto a nosotros; no tienen que competir con nada ni nadie.
No hay nada que nuestra familia no acepte hacer si nosotros se lo pedimos; en cuanto a sacrificar lo que les pertenece. Ellos quieren complacernos. Así que el proceso va de ¨cuenta conmigo, no hay problema¨!!. Luego con el paso del tiempo, el entusiasmo decae... y entonces dicen: ¨te entendemos¨; para dar paso luego al silencio...
Al principio, el sacrificio que se les pide, no importando lo grande que sea; se convierte en un símbolo de aceptación de parte de nosotros hacia ellos. Pero luego, ese precio que pagan... ese sacrificio, se convierte en fuente de aquello que más temen: un símbolo de rechazo. Cuánto más tiempo pasa sacrificando lo que les pertenece, por nosotros... más rechazados se sienten!

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